Festival Aural: Roscoe Mitchel, el heredero de John Coltrane

Fotografía: cortesía Festival Aural.

Por Luis Omar González

Sin duda no existía otra manera de cerrar el festival que reuniendo a dos actos con amor por el jazz y la música contemporánea, como toque adicional: uno es el resultado de  la existencia del otro. Así, el pasado viernes en el Anfiteatro Simón Bolívar se dieron cita un gran número de personas para presenciar uno de los últimos conciertos de Aural.

La cita inició cerca de las 9:00 pm con Marcos Miranda, quien ataviado con un saco y pantalón informal se dirigió brevemente al público para comenzar un set dividido en 3 segmentos: el clarinete, el salterio y el ney (flauta). El primero sonó un tanto  improvisado (no por ello menos enérgico) y los otros dos estuvieron llenos de sonidos que hacían pensar que había ahí más de una persona, que lo escuchado podría ser usado por cualquier productor  de electrónica.

Fotografía: cortesía Festival Aural.

También era visible la entrega de un músico que tocaba ante una audiencia numerosa y  pese a lo complicado de la misión, ésta se mantuvo atenta en todo momento. Al final, Miranda agradeció al público y al festival para dar paso al que consideraba su héroe musical.

Luego de un breve intermedio, Roscoe Mitchel llegó al escenario, ofreció una breve reverencia y saludó al público para después dirigirse con sus compañeros musicales de esta noche: el Chicago Underground Duo. Así inició un set de 3 piezas de larga duración dónde el sampleo y la fusión de electrónica se trasformaron en el caparazón con el cual el anfitrión liberó su pasión por la música.

Fotografía: cortesía Festival Aural.

El primer set fue una versión mucho más acústica de jazz e improvisación, mientras que el  segundo parecía un homenaje a la música de cine; para el cierre, el heredero de John Coltrane tomó las energías reservadas durante todo  su set (pues permaneció sentado durante ciertos instantes del show) y al ritmo del saxofón dio final a un breve, pero intenso concierto, uno que pocas veces se repetirá y que tanto para los testigos como para los músicos se convirtió en una noche inolvidable. Al término del concierto, uno de los asistentes se acerca para que le firmen su vinil, Mitchel (visiblemente cansado) no puede más que sonreír y detenerse a complacer la petición, una vez más lo ha logrado.