David Bowie o el hombre que cayó en la pantalla. Parte 3: 1990 -2008
Por Qornelio Reyna
Los 90’s:
Si bien comenzarían desastrosamente con la comedia romántica The Linguini Incident (Richard Shephard, 1991), mejorarían con la colaboración de Bowie y David Lynch, uno de los directores más respetados de todos los tiempos. Para 1992 Lynch había terminado su serie Twin Peaks, a la que le dedicaría la película Twin Peaks: Fire walks with me, donde el camaleón haría un cameo como el enloquecido detective Phillip Jeffries.
Afortunadamente no tendría más tropiezos hacia final de la década y regresaría con su (no tan) inesperada interpretación homenajística del rey del arte pop Andy Warhol en la bio-pic Basquiat (Julian Schanbel, 1996). También tendría en 1998 una participación como productor y actor en Gunslinger’s Revenge (Giovanni Veronesi), un western italiano olvidado donde sería de nueva cuenta un villano asesino.
Pero para no perder la costumbre, el infortunio histriónico de Bowie volvería a hacer de las suyas en 1999 con Everybody Loves Sunshine (Andrew Goth) al lado de Goldie, un artista y dj de Drum n’ Bass que ayudó a edificar el sonido electrónico en Europa durante la década y al que Bowie le tenía cierta admiración. Lamentablemente la película no es muy buena, pero se agradece la actuación de David más de lo que se puede decir de Goldie.
Los 2000’s:
Ya con el cielo del rock ganado, detuvo su carrera luego de su disco Reality (2003) y su Reality Tour gracias a un infarto que lo dejó viviendo con un triple Bypass, cosa que lamentó hasta su muerte (en su último álbum, Blackstar, se puede ser testigo de ello). Durante esta década también disminuyó sus participaciones fílmicas. En el año 2000 participaría como un ser casi inmortal amigo de un niño con cáncer en Mr. Rice’s Secret (Nicholas Kendall).
En 2001 cumpliría el sueño del comediante, actor y director Ben Stiller de participar con su más grande ídolo, aunque sea por unos minutos, en un cameo donde se interpreta a sí mismo como juez de un duelo de modelaje en la comedia Zoolander (Ben Stiller).
Y no volvería a parecer en pantalla hasta el año 2006, donde además de encontrarse con el emblemático comediante inglés Ricky Gervais para la serie Extras, también participó con otro emblemático inglés, Christopher Nolan en The prestige, una película donde Christian Bale y Hugh Jackman protagonizan una pelea entre magos en la que Bowie quedaba como intermediario interpretando al genio Nikola Tesla.
El mismo año incursionaría en la animación y prestaría su voz para el demoniaco Malthazard en el filme de Luc Besson, Arthur and The Invisibles donde además estuvieron Madonna, Mia Farrow y Freddie Higmore. Repetiría en la animación en 2007 dando voz nada menos que al rey de la Antártida en el filme televisivo Aventura en la Atlántida, de la serie Bob Esponja, de la cual él era un gran fan. Cosa que después traería una colaboración musical para un espectáculo en Broadway basado en el amigo amarillo.
Finalmente en 2008 y 2009 participó brevemente en August (Austin Chick) como Cyrus Ogilive y con un cameo en Bandalsm (Todd Graff), donde se “interesa” por una banda emergente en una cinta teenage más tipo High School Musical que School of Rock lamentablemente.
Así terminaría su carrera como actor, debiéndonos papeles de un Bowie entrado en años. Como se puede ver, esa travesía histriónica tuvo altos y bajos, aciertos y errores como la carrera de casi cualquier actor, pero vale la pena recordarlo por aquello de que Bowie era un hombre de muchos rostros, algunos más agradables que otros, pero no se puede dudar de que su paso en la tierra dejó marcadas a varias generaciones y una obra tan vasta que apreciarla es tanto una odisea como una obligación.