Días sin llamado, ¿acaso los sueños caducan?

 

Fotografía cortesía de Cine Tonalá.

Fotografía cortesía de Cine Tonalá.

Por Aiko Domínguez

El segundo largometraje de la directora estadounidense Zoe Cassavetes, Días sin llamado, aparece en medio de una época, donde el cine, y las personas a nivel mundial, se ven obligados a optar por dos realidades: el rescate de la humanidad y su cultura, o la entrega al poder y la objetivización de los valores.

La industria hollywoodense por años ha vendido a sus fieles soñadores la fantasía del “todo es posible”: cada cinéfilo sale de las salas con un sinfín de emociones que, en la mayoría de las cintas superficiales, los hace evadir momentáneamente los problemas de sus vidas y les permiten fantasear con la idea de que todo se puede lograr si solo lo “sueñas”.

Hay personas que incluso llevan sus fascinaciones más allá de la pantalla y deciden guiar su vocación profesional hacia el camino de la actuación. No hace mucho, LaLaLand fue la “película ejemplo” en representar la difícil lucha del artista por alcanzar sus sueños, pero que, tras varios sacrificios, termina logrando el éxito. ¿Pero son así todas las historias? ¿Qué ocurre detrás de bambalinas?

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Con su nueva película, Zoe Cassavetes se atreve a indagar un lado más oscuro del cine que no conmueve ni deja al espectador con una sonrisa al final de la velada. La cinta aborda la lucha salvaje de aquellos soñadores despreciados por la industria, quienes tras ser aclamados por la crítica y saborear los más dulces encantos de la fama, son despreciados por los mismos que los acogieron en primer lugar.

Además, ¿qué pasa más allá de las angustias de un actor olvidado por su arte y por sí mismo? Sucede que a expensas de él, sigue existiendo un imperio donde las más bajas vejaciones son capaces de tener lugar en una pequeña oficina con tal de ser el próximo éxito de la pantalla, o de Instagram o de Netflix.

Días sin llamado presenta un vistazo a la actual vida de la actriz Mia Roarke (interpretada por Alexia Landeau) que ya en sus cuarentas, le cuesta trabajo hallar un lugar dentro de Hollywood, imperio que alguna vez la consideró como a una de las actrices más prometedoras de su generación y que ahora se ríe de ella por los videos que se postean en la red de sus decepciones amorosas, y que la considera solo capaz de interpretar papeles mediocres o de la madre de alguna joven y bella actriz del momento.

Entre una mansión descuidada, una madre adicta a los fármacos, un ex esposo infiel, una agente indiferente y un mundo que la ridiculiza, Mia se dirige a una espiral aparentemente sin salida donde lo único que alcanza a ver es su propia decadencia que, sin embargo, la hace cuestionarse dónde radica el verdadero valor de su existencia.

Algunos lugares donde la cinta puede verse en la Ciudad de México son la Cineteca Nacional, el Cine Tonalá y La Casa del Cine.