El viaje interminable: trayecto vertical en el subterráneo

Fotografía: Lucía Fernanda Corbello

Fotografía: Lucía Fernanda Corbello

Por Mario Mendicuti Abarca

Entre los muy diversos medios de transporte que existen en la Ciudad de México (metro, camión, metrobús, trolebús, tren ligero) hay algunos que implican un movimiento vertical, a diferencia de la común horizontalidad. Descender (o dejarse descender) uno a uno los escalones de una estación, subir rampas y utilizar algún elevador si es necesario permiten desenfocar, cambiar de panorama. Infiernos ultraterrenos y cielos subterráneos esperan a cada uno de los que sólo quieren irse o llegar. El truco es abandonarlo todo.

Un poco menos visitado que las otras opciones de movilidad, aunque igual o más efectivo, es el teatro; principalmente cuando se presentan obras como El viaje interminable. Ésta forma parte de la cartelera de la Temporada Académica 2016 de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT), con la que los alumnos de cuarto año de las licenciaturas en Actuación y en Escenografía terminan sus carreras. David Olguín, profesor de los que participan en la puesta en escena, fue el encargado de escribir y dirigir la obra.

El personaje principal, Natalia, hija de dioses de la India, decide bajar —caer, en realidad— a nuestro mundo para escapar del peso de sus padres. Desde este instante lo cotidiano se verá mezclado con lo inverosímil y con la fantasía, lo figurativo con lo simbólico, el sueño con la vigilia y en lo natural se unirán lo supernatural con lo subnatural. El metro de la Ciudad de México, donde se desarrolla la obra, es el espacio perfecto para que comulgue lo existente y lo inexistente.

Fotografía: Lucía Fernanda Corbello

Fotografía: Lucía Fernanda Corbello

En esencia son dos los textos con los que dialoga El viaje interminable: la Odisea, de Homero, y ambos relatos sobre Alicia de Lewis Carroll. Imposible no ver en Natalia cayendo a la pequeña Alicia, o en el ir y venir de los pasajeros del vagón a Ulises y a su tripulación. Estos dos referentes marcan la pauta del viaje como aprendizaje a partir del enfrentamiento con lo desconocido, a la vez al interior y al exterior de uno mismo.

Es paradójico que esta divina hija de Indra se detenga a buscar lo humano en un lugar en el que casi ningún habitante de esta ciudad lo haría. Así, se revela que hasta los inmortales, cuando cuestionan su sitio en el universo, añoran lo que les es exótico y lo extraño; lo común y mundano para nosotros. Eso que es efímero, pero que promete un cambio, se convierte en el objeto del deseo: un trabajo, la aceptación, un encuentro o la capacidad de morir.

Al caer el inexistente telón, queda bien claro que sin excepción alguna los estudiantes lo abandonaron todo para tomar la apariencia de un otro, aunque éste fuera semejante a ellos. Lo anterior se menciona porque es bastante notorio que el autor escribió pensando en las cualidades, fortalezas y características de aquellos que aparecerían en el escenario. Como en cualquier obra, los papeles interpretados implican retos para los actores, pero, como verdaderos profesionales, no hubo uno que no pudieran superar.

Fotografía: Lucía Fernanda Corbello

Fotografía: Lucía Fernanda Corbello

Para una presentación tan fluctuante, la escenografía es un anclaje que permite cierto descanso. Como si el espectador viera a través de las paredes, presenciamos lo que sucede al interior de un vagón del metro, del que parece no haber escape. Esta constante da pie a que se pueda regresar siempre a un espacio físico entre un sinfín de hechos oníricos.

Si bien es comprensible pues se trata de un texto realizado exprofeso, como ya se mencionó, hay momentos en los que las acciones, reales o imaginarias, parecen estorbar al desarrollo y a la interconexión de los personajes. Asimismo, hay escenas en las que se pretende el caos, pero apenas se logra aturdir al público, sin que se aporte más a la presentación.

El viaje interminable estará en escena de miércoles a sábado a las 19 horas y los domingos a las 18 horas hasta el 21 de agosto en el foro Antonio López Mancera de la ENAT, al interior del Centro Nacional de las Artes. Sin embargo, a la última función sólo se podrá entrar si se está en lista de invitados, por lo que se recomienda ir antes de ese día; así como llegar por lo menos una hora antes, pues la entrada es gratuita.