Cerrar el círculo
Por Francisco Marín
“Life is not generous.”
Sin duda alguna el cine no tiene fronteras, eso nos queda absolutamente claro cuando vemos The Broken Circle Breakdown (El círculo roto), cinta belga del director Felix Van Groeningen, quien nos cuenta la historia de un matrimonio contradictorio por naturaleza, Didier toca en una banda country (country belga o_O) es ateo, cree fervientemente en la ciencia y su romanticismo es digno de una chick flick clásica, el hombre tiene una flechazo instantáneo por Elise, quien trabaja en una tienda de tatuajes, difícilmente cae en cursilerías y su fe se ve reflejada en una emblemática cruz tatuada en su cuello. A pesar de la diferencias los dos se aman perdidamente y todo parece ser perfecto con la llegada de su pequeña hija, Maybelle, pero como nada es color de rosa en esta vida, la pequeña enferma fuertemente a los seis años poniendo a prueba el amor, moral, creencias y devoción de la pareja.
La cinta es abrumadora y conmovedora con actuaciones brutales por parte de Veerle Baetens (Elise) y Johan Heldenbergh (Didier), pareja protagonista, quienes logran sostener una complicada historia que va de lo musical a lo trágico. La relación entre ambos es tan enfermiza como contradictoria, las actitudes y acciones, que podrían parecer, por momentos, poco racionales desbordan la pasión que sienten el uno por el otro. Es necesario reconocer el trabajo dramático que realiza Veerle Baetens, pues en ella recaen escenas desgarradoras que revuelven las entrañas, pero también es importante destacar que su presencia interpretativa, musicalmente hablando, es fundamental para cerrar un círculo de desolada esperanza con cada acorde, solamente basta con ver su interpretación de la canción Wayfaring Stranger, para sentir escalofríos.
Los verdaderos protagonistas de la cinta son un elegante score y un avasallador soundtrack que logran hacer las conexiones necesarias de los flashbacks de una manera sutil y al mismo tiempo elevar la historia de Elise y Didier a lugares poco convencionales. Si bien la conexión de música country con otro país que no es E.U. suena extraña, se convierte en el mayor punto a favor de la película.
La forma del montaje de la cinta, por momentos manipulativa, no es lineal sino que irá construyendo a través de saltos en el tiempo los momentos más dramáticos en The Borken Circle Breakdown, sin embargo dicho manejo temporal no tiene un efecto negativo en el desarrollo de la historia, sino que logra su objetivo: mostrar la decadencia en diferentes momentos de la vida, pero también la evolución del amor a través de la música.
La fotografía de la cinta es otro acierto, una iluminación soberbia que se mezcla orgánicamente con la imagen embellece la pantalla y nos regala fotogramas maravillosos con cada secuencia del film. El guión tiene un inicio sólido que no se mantiene y que en la segunda parte de la película se pierde en medio de situaciones que salen sobrando, sin embargo lo que invita al espectador a seguir interesado es, una vez más, la música que da cohesión a todo.
La forma en la que se aborda el tema del duelo y la pérdida es diferente para cada uno de los implicados, sus creencias y su forma de vivir son diferentes a pesar de pertenecer al mismo núcleo familiar, pero encuentran en las canciones una forma de conectarse que va más allá del entendimiento común, es a través de las melodías que son capaces de cerrar el círculo y seguir con el ciclo.