Pink Flamingos: una oda al horror y la inmundicia humana

Pink Flamingos

Por Anahí Colombón Gálvez

De acuerdo con Ronald Bergan en su libro Ismos. Para entender el cine (Turner, 2011), el llamado cine de culto se refiere a la obsesión, en algunos casos desmedida, que un grupo de aficionados posee hacia determinados filmes. Por lo general dentro de dicha categoría podemos encontrar películas con contenido excéntrico o escandaloso, personajes unidimensionales, así como argumentos extravagantes.

Muchas de las cintas que hoy en día están clasificadas dentro del cine de culto, en un inicio fueron fracasos cinematográficos, pero con el paso del tiempo fueron revaloradas por los cinéfilos, quienes les dieron un estatus de culto. Este tipo de cine combina distintos géneros, no obstante los más destacados dentro de su temática son el horror y la ciencia ficción. A pesar de que la lista de directores de culto es amplia, algunos de los principales exponentes de este género son Alejandro Jodorowsky, Ed Wood (calificado como el “peor director de la historia del cine”), Russ Meyer y John Waters. Éste último sorprendió al mundo en la década de los 70’s con una película, que hoy en día sigue siendo difícil de digerir por algunos aficionados al séptimo arte.

Pink Flamingos (1972) es quizá la obra más representativa y transgresora del director estadounidense John Waters (1946), quien obtuvo fama comercial con su película Hairspray (1988), filme que consiguió gran éxito en Broadway. La trama de Pink Flamingos nos muestra un mundo decadente, en el cual la moral y las leyes de convivencia y respeto que son propias de cualquier sociedad, simplemente no existen. La película nos describe la vida de Divine, una drag-queen obesa que vive en un remolque en las afueras de Baltimore junto a su madre Edie (adicta a los huevos), su hijo Crackers (un vago que seduce mujeres) y su mejor amiga Cotton (adepta al voyeurismo).

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La cinta toma su nombre de dos flamencos de plástico que se encuentran en la entrada del remolque de tan excéntrica familia, y que constituye la primera escena de la cinta. Divine es considerada como la “persona más inmunda del mundo”, y ella porta tal distinción con mucho orgullo. Sin embargo Raymond y Connie Marble, un matrimonio que se dedica a secuestrar a jóvenes para con ello embarazarlas y vender sus hijos a parejas de lesbianas, desean arrebatarle dicho título a toda costa. No obstante Divine recobrará su renombre y convocará a la prensa de Baltimore para hacer público el enjuiciamiento y el castigo que los Marble merecen por sus sucias atrocidades.

 La obra de Waters está plagada de escenas provocadoras, en donde el incesto, el sexo desmedido, la violencia y lo escatológico se contraponen con la sociedad conservadora estadounidense de los años 70’s. Waters nos muestra el otro lado de la moneda, uno en donde reinan la repulsión y el desenfreno de los deseos más escandalosos y ocultos del hombre.

De entrada el personaje de Divine, protagonizado por el actor Harris Glenn Milstead, amigo de Waters desde la infancia, se presenta al espectador como transgresor y opuesto a las bellas y delicadas protagonistas del cine clásico hollywodense. En este caso Divine es más bien una antiheroína que se opone a los valores moralmente establecidos. Milstead trabajó con el director estadounidense en todas sus películas, por lo que formó parte del grupo Dreamlanders, una congregación de actores transgresores que trabajaron con Waters en la mayoría de sus excéntricos filmes. Divine es una figura clave del cine homosexual, ya que sus interpretaciones sirvieron de inspiración a otros intérpretes transexuales, quienes buscaron durante muchos años la aceptación por parte del público.

Además de la trama, existen escenas de Pink Flamingos que crean un total desconcierto en el espectador. Tal es el caso de la escena final, en la cual se muestra a un perro defecando. El personaje de Divine es asquerosamente recordado por comerse el excremento, mientras una canción infantil acompaña la escena, en donde el director le da un toque de aversión e ironía a su obra. Mucho se ha hablado de esta controversial actuación en la historia del cine, la cual por cierto no fue actuada, lo que nos causa una mayor repulsión.

A pesar de los años, Pink Flamingos no ha perdido su fama de ser una cinta provocadora y atrevida. Sin importar las veces que sea vista, siempre causa repulsión, lo cual hace que quede inmortalizada en el gusto de muchos cinéfilos que prefieren los filmes menos comerciales y más bizarros. Es probable que la verdadera razón por la cual esta obra ocupa un lugar especial en la historia del cine sea por la premisa irónica que dice que una película de culto en ocasiones puede ser tan mala, que termina por convertirse en buena, o es tan violenta que al final resulta ser una burla. Lo cierto es que Pink Flamingos nunca perderá ese toque tan repulsivamente fresco que Divine y sus amigos provocan en aquellos espectadores osados, quienes se atreven a mirar y comprender el obsceno, y a la vez creativo trabajo de John Waters.