Literatura, sexo y drogas: Californication

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Por:  Nellys García

@NellysWorld

“Escribe borracho; edita sobrio” era la respuesta de Ernest Hemingway cuando le preguntaban si su alcoholismo no interfería con su carrera como escritor. Para él, no lo hacía. Era una parte de sí mismo. Su genialidad no venía de sus vicios, sino de su pasión por el periodismo. Tanto éste como el alcohol lo alentaban, a su manera, a seguir viviendo. Por su parte, Charles Bukowski se imponía a sí mismo como un personaje que circuló varias veces entre el “pecado” de los barrios bajos, el mundo de las drogas y su “especial atención” por las mujeres. Era un fiel representante del “realismo sucio”, aquel que evidencia la naturaleza humana cuando la moral se corrompe y la esperanza de vida es nula.

La literatura ha tenido innumerables personajes como ellos dos. Seres con un don que los hace particulares, diferentes al resto de la sociedad, con la habilidad para deformar la palabra y transformarla en algo novedoso y eterno. Si bien es cierto que escribir es una cuestión de constancia más que de talento (lo que significa que cualquiera puede hacerlo) pocos pueden hacer verdadera literatura. Quienes alcanzan la inmortalidad casi siempre son sujetos que mezclan en un libro su locura y su genio, además de sus experiencias. Son seres con vidas difíciles o que han sufrido decepciones; por ejemplo, el romance fallido entre Hemingway y Agnes, la enfermera que conoció en la Primera Guerra Mundial, o la miseria que sufrió Bukowski antes de obtener el éxito como escritor, pero ello no los exhorta de ser, particularmente, escritores prolíficos. Son personas que se debaten entre el arte y el vicio, el mundo donde se envuelven y el don que poseen.

Ustedes se preguntaran, ¿a qué viene todo esto? Pues este es, precisamente, el tema principal de la serie de la que hablaré en esta ocasión: Californication. Producida por la cadena Showtime, protagonizada por David Duchovny (el agente Mulder en Los expedientes secretos X) y transmitida por el canal de cable I Sat, ésta serie se disputa entre su alto contenido sexual, su bien logrado humor negro y la apología casi idealista que hace del amor verdadero.

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En Californication, la literatura y el sexo se necesitan entre sí, son las dos caras de un mismo hombre, Hank Moody, un escritor que ha perdido la inspiración y, mientras la encuentra, va por el mundo tratando de arreglar su vida. Hank, tiene una hija llamada Rebecca, una niña con grandes aptitudes musicales y sentido de la responsabilidad, cosa que a él le hace falta. Al inicio de la serie, Hank está separado de Karen, madre de Rebecca y el amor de su vida, con quien nunca se casó porque de joven no creía en el matrimonio, aún cuando deseaba estar junto a Karen toda su vida. Después de 5 años de separación, él tiene que ver como Karen planea su boda con Bill, su nuevo jefe.

Por otro lado, es autor de dos novelas: God hates us all (Dios nos odia a todos) y Seasons in the abyss (Temporada en el abismo). La primera tuvo tanto éxito que fue adaptada al cine bajo el título crazy little thing called love (Una cosita loca llamada amor). Sin embargo, durante el rodaje de la misma, Hank se da cuenta que la historia de la película no tiene ningún parecido a la de su novela, lo cual origina un descontento con el director, quien no acepta opiniones y se niega a cambiar el guión. Hank, enojado por esta situación, decide vengarse de él acostándose con su esposa y luego golpeándolo en una librería donde tenía una firma de autógrafos. Y aunque esto parezca grave, no es lo peor que ha hecho Hank.

Desde ayudar a su amigo y agente, Charlie Runkle, a hacer un trio con una chica que conocieron en el box, hasta esnifar cocaína sobre el trasero de una prostituta, Hank se mueve en un círculo vicioso que va del cinismo, el no escribir nada desde su separación con Karen, el sexo constante y las drogas. Pese a ello, puede combinar muy bien estas cosas, manteniendo un pequeño equilibrio que raya en la locura. A veces se mete en problemas por su naturaleza impulsiva y el hecho de que siempre le dice la verdad a la gente, cosa que no les gusta, pero es necesaria. Esto es parte de su encanto. Además, nunca le falta una mujer para follar. Por ser escritor, tiene un aire misterioso que excita a las damas. Por eso, no importa donde vaya, siempre habrá alguna que le insinué tener sexo, ya sea en un porsche nuevo, un centro de rehabilitación o mientras se hace la vasectomía.

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El argumento de la primera temporada se enfoca en la tensión amorosa entre Hank y Karen pues, aunque los dos saben que se aman, Karen no quiere padecer de nuevo la frustración artística de él. Por su parte, Hank sufre la desesperanza de no poder adaptarse a las exigencias de la sociedad, tal como le sucede a todo individuo poseedor de un agudo sentido de la realidad. Es un tipo romántico que cree en el arte pero ha perdido contacto con él. Al principio de la serie, su dilema principal es haber sido tan arrogante como para dejarse seducir por el éxito y el dinero, cosas que destruyeron su relación con Karen y lo despojaron de toda humildad para seguir escribiendo.

La primera escena de Californication es muy reveladora: Hank camina por una iglesia y trata de acercarse a un Cristo colgado en el frente. Ve fijamente la imagen y trata de iniciar una conversación con él. Le dice su nombre. En eso, se aparece una monja, ella lo saluda. Hank también la saluda y le cuenta su problema de no tener inspiración para escribir. La monja, al oírlo, entiende que su dilema no puede ser resuelto con oraciones, por lo que se ofrece a hacerle sexo oral para hacerlo sentir mejor. De pronto, Hank abre los ojos y se da cuenta que todo fue un sueño. Además, una chica está encima de él haciéndole sexo oral. Esto demuestra que, aún cuando Hank trata de buscar ayuda, lo hace de manera cínica, siempre con buen sentido del humor.

Otro punto principal de la primera temporada  es la publicación del nuevo libro de Hank. Resulta que, después de haber tenido sexo con Karen y pasar un mes en Nueva York, recobra su inspiración y por fin puede escribir una novela corta donde relata el despertar sexual de una niña de 16 años que se acuesta con un hombre maduro. Esa historia es más realidad que ficción, pues se trata ni más ni menos que la hija de Bill, el prometido de Karen. No quisiera contar más, pero, para darles un adelanto, ella se roba la novela y la publica como si fuera suya como una venganza hacia Hank.

Actualmente Californication cuenta con seis temporadas. Ya no sabemos a esta altura a qué es más adicto Hank Moody. La serie ha estado en el gusto del público que busca entretenimiento inteligente, mucho más desinhibido y sin la pretensión de dar una lección moral sobre las drogas, el sexo o el alcohol. Los personajes se mueven en el mundo de la cocaína, la mariguana, las fiestas locas y el amor. Cosa chistosa, porque la mayoría de ellos son adultos. Californication muestra las cosas como son, obliga al espectador a tomar una decisión: ver la serie y disfrutar o simplemente cambiar de canal y olvidar que existe un mundo mucho más relajado, uno en el que la vida puede sufrirse y a la vez ser muy divertida. La literatura funciona como el pretexto de la serie, pero también, actúa como el lugar donde se puede alcanzar la libertad sin olvidar las propias pasiones, las cuales, al final, se gozan sin ninguna culpa.