La estética del auto-sabotaje en Everything Now de Arcade Fire
Por Eduardo Paredes Ocampo
Previamente a su presentación en el Grand Prospect Hall de Brooklyn, Arcade Fire expidió un conjunto de prohibiciones respecto a la indumentaria de los asistentes: “PLEASE DO NOT WEAR shorts, large logos, flip flops, tank tops, crop tops, baseball hats, solid white or red. We reserve the right to deny entry to anyone dressed inappropriately.” La tónica de diva que se concluye de lo pedido resulta del todo anormal para un grupo que siempre se ha destacado siempre por su peculiar sencillez “indie”. Esta actitud faraónica puede leerse en lo reservado de alguna de sus últimas presentaciones –en plena gira europea Arcade Fire tocó conciertos “íntimos” sólo para sus más selectos escuchas (en el diminuto York Hall de Bethnal Green de Londres y en un escenario sorpresa en el festival Primavera Sound de Barcelona).
La mercadotecnia masiva de su nuevo disco Everything Now -llegó hasta los paradores de autobuses- y la venta de un costoso Spinner del grupo parecen ejemplificar, con los casos anteriores, un intento de cambiar de receptores paralelo al sucedido con Coldplay después del Viva la Vida. La decisión de mantener las pantallas en el nivel más bajo en sus más recientes conciertos puede responder a tal impulso –son sólo los que pagan más pueden verlos. A los ojos de cualquier fiel seguidor, las acciones del grupo no pueden verse sino como un triste caso de auto-sabotaje.
Evidentemente existe una correspondencia entre la peculiar manera de actual de Arcade Fire y la nueva música producida. Émulos de U2 y David Bowie, la agrupación canadiense se ha destacado por, disco tras disco, darle una forma teatral e irónica a su música. Desde la nostalgia retro/noventera que los acompañó en la época de The Suburbs hasta el glam/futurismo de Reflektor, Arcade Fire ha moldeado un concepto que, con videos, performances y diversos juegos estéticos, supera lo puramente musical. Everything Now no es la excepción.
“Everything Now”, la canción que abre y nombra al disco, podría leerse como sinécdoque del todo: la letra y la música representan una llave para entender el resto de la composición. Como centro de su expresión, la canción presenta una paradoja pues mientras la música –un dulce silabeo de piano e instrumentos de viento que recuerda al Disco de ABBA– se escucha optimista, la letra tira más hacia el pesimismo:
Every inch of sky’s got a star
Every inch of skin’s got a scar
I guess that you’ve got everything now
Every inch of space in your head
Is filled up with the things that you read
I guess you’ve got everything now
And every film that you’ve ever seen
Fills the spaces up in your dreams
Win Butler presenta la totalidad como una condena. En su mundo pos-posmoderno, la satisfacción más plena representa la mayor maldición: “everytime we smile is a fake”. El resultado es la irónica mezcla de un pseudo-existencialista con un amante del pop.
Arcade Fire siempre se ha caracterizado por su metareferencialidad (“Gonna make a record in the month of May”…). Por medio de esta forma, como es bien sabido, los autores e intérpretes expresan lo más personal de su visión estética. Reveladoramente, en ningún disco está tan viva como en éste último. En “Everything Now”, Win Butler canta “Every song that I’ve ever heard/Is playing at the same time, it’s absurd”. La imagen se vivifica y amplifica cuando se compara con la cromatografía. Si la unión de todos los colores es el negro, ¿qué será de la de todos los sonidos?
Esta oscura imagen tiene correspondencia en “Creature Comfort”, , una canción que habla del desprecio propio del individuo contemporáneo. En el segundo verso, el vocalista de la banda canta: “Assisted suicide/ She dreams about dying all the time/ She told me she came so close/ Filled up the bathtub and put on our first record”. La música de Arcade Fire (específicamente el Funeral) representa el réquiem perfecto para una sociedad que lo tiene todo y que lo único que espera es fama o, si no, tan siquiera el pasar una vida indolora: “Saying God, make me famous/ If you can’t just make it painless/ Just make it painless”. Reducidas las aspiraciones por la conquista del absoluto, no queda más que sucumbir a la más autodestructiva ironía.
Finalmente, en “We don’t deserve love”, la última canción del disco, la poética de Everything Now acaba de concretarse. Ahí, dos voces, una masculina y una femenina, discuten acerca de una relación destructiva. Mientras el amante dirige su coche a su amada, escucha una canción terrible en la radio: “Keep both eyes on the road tonight/ ‘Cause I’m driving home to you/ Terrible song on the radio/ Baby, what else is new?” Paradójicamente, tal melodía bien podría ser cualquiera del nuevo repertorio del grupo canadiense. La falta de originalidad a la que alude Butler apunta particularmente hacia el Everything Now, disco compuesto por una serie de pastiches y parodias de géneros musicales pasados como el Disco.
Quizá, como lo demuestran los individuos suicidas y depresivos de “Creature Comfort”, el auto-sabotaje representa una línea temática y estética del nuevo Arcade Fire. Somos, asimismo, creaturas de tal naturaleza las que, disco a disco, nos sumergimos en otra faceta conceptual de la banda. Por ende, la extraña campaña publicitaria concierne y coordina perfectamente con el espectáculo totalizante al que aspira la banda. La pretendida distancia respecto a sus consumidores primarios –los desinteresados, sensibles y fieles millenials– paradójicamente no representa más que un homenaje a la vulnerabilidad intrínseca de cada uno de sus escuchas.