Interrelación y disociación: los hermanos Witkin
Por Mario Mendicuti Abarca
La exposición Witkin &Witkin reúne más de cien obras de los gemelos Joel-Peter Witkin y Jerome Witkin, algunas expuestas por primera vez, las cuales abarcan más 50 años de producción independiente. Con su trabajo, la curadora, Trisha Ziff, hace visible un diálogo mudo: líneas que atraviesan del óleo a la fotografía, de un hermano a otro.
El primero, fotógrafo, se desliza por temas escabrosos y retrata ambientes en los que lo ominoso se encuentra siempre presente. El segundo, artista plástico, utiliza el realismo para congelar dramas históricos y cotidianos, en busca de los detalles que rompen y a la vez crean el día a día.
Las impresiones que las obras de cada uno de estos artistas ocasionan en el espectador difieren mucho, aunque también encuentran puntos en los que se interceptan, ya sea en lo temático, en lo referencial o en la composición. A pesar de llevar vidas separadas, destacan las afinidades fortuitas que revelan elementos nuevos, a partir de la obra de uno en el otro, y viceversa. Al interior de la sala de exposición, el balance entre fotografía y pintura permite transitar de uno a otro medio sin obstáculos.

The Raft of George W. Bush, NM, 2006
Joel-Peter Witkin, con ayuda de su cámara, crea escenarios en los que lo estático narra historias en las que los protagonistas son el deseo, la pérdida, el tiempo, la religión y la muerte. Permite pensar y reimaginar temas y personajes clásicos de la mitología como la seducción de Leda o al sátiro. De igual forma, retoma Las meninas de Velázquez y comprime en un solo instante sus influencias, sus innovaciones y sus desconciertos. Normalmente, detalla sus fotos con cera, pintura o marcas diversas, lo cual crea objetos únicos más allá de la reproducción fotográfica.
Por su parte, Jerome Witkin, pinta escenarios en movimiento: fiestas, tragedias y sueños. Sus cuadros inmortalizan estados de transición en los que la sorpresa y el miedo cambian semblantes, actitudes y vidas. Asimismo, en la exposición, puede encontrarse una serie de oleos en los que sólo se presenta el escenario, casi siempre urbano, que por sí mismo cuenta ya lo que sucedió, lo que sucede y lo que sucederá. Hace uso del realismo para hacer visible el silencio de los momentos de crisis.
Ambos artistas visuales imaginan y recrean, parten de lo nunca antes visto y de lo ya conocido. En sus obras cambian la perspectiva desde la que se ve lo marginal y obligan al espectador a procesar momentos ante los que normalmente sería preferible cerrar los ojos.

Satiro, Mexico, 1992
Es posible que estos puntos en contacto, como lo menciona la curadora, provengan del hecho de que son hijos de inmigrantes, aunque hayan vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos. La tradición que adoptan y el lugar en el que se posicionan se relacionan más con la otredad y con la no-pertenencia que con cierta estética norteamericana que ha prevalecido desde mediados del siglo XX.
La duración de esta exposición, si bien cerraba el 15 de mayo, se ha extendido hasta el 12 de junio. Se encuentra en el Foto Museo Cuatro Caminos, el cual pretende no ser únicamente un espacio expositivo, sino también de reflexión y de creación de conocimiento. Este lugar, que se encuentra en lo que era una fábrica de plástico de la década de los cuarenta, es parte del proyecto de la Fundación Pedro Meyer.