Caos y abismo: nuestro rostro en La imagen ausente de Rithy Panh   

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Por Eduardo Paredes Ocampo

@e_paredeoc

 

Todo culto basa su ser en ausencia. Como la nada absoluta resulta inimaginable, con caos se caracteriza. Según la Biblia, “las tinieblas cubrían los abismos”; “primeramente, había Caos”, nos dice Hesíodo. Resta a la divinidad conjuntar de la entropía, sumarle al cero. Luego (un capricho de siete días) seguimos nosotros. Retórica de vacío y vorágine: ambas pulsiones nos hacen hombres.

Una de las primeras escenas de La imagen ausente (L’image manquante) de Rithy Panh (2013) presenta a un  par de manos tallando muñecos de barro. Emergen formas toscas, ensayos del perfil humano. Su arremedo se refleja en el argumento: serán protagonistas de un recuerdo, la infancia de Panh en los campos de trabajo del Khmer Rouge en la Camboya de los 70’s. El género también deviene postizo. Un documental que todo recrea, una incesante voz que sólo emana sentimientos opaca la precisión histórica del filme para producir poesía.

Rithy

Según mitologías, haciéndonos de arcilla, el caos y la nada comulgan. La ganadora del premio Un Certain Regard del festival de Cannes 2013 magistralmente emula nuestro nacer. En aquél microcosmos de maquetas rápido encontramos espejo. Una existencia medida por el capricho del capataz, por el hambre y la muerte, evidencia el diseño divino, nuestra primigenia y bipolar morfología.

Si bien en la película prima el mundo de la marioneta, Panh lo contrasta con filmaciones del acervo documental del régimen. En un sentido literal, este enfrentamiento sirve para establecer la diferencia entre la imagen presente y la ausente. La primera emana del sesgado propagandismo del dictador Pol Pot; la segunda, recreada por los títeres, busca llenar los blancos de aquella. Diferencia entre censura y sensación. Sin embargo, el director perfila el lío: al blanco y negro sobrepone el maniquí. El híbrido resultante subraya el carácter vacuo de la realidad: por postizo que sea, el recuerdo debe completarla.

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También en su crítica política Panh establece un sentido alterno. El ataque específico a los parisinos que, sin suficiente información, apoyaban al régimen totalitario y la ironía al narrar la supuesta remediación en forma de lago artificial por los países de occidente no sólo ejemplifican el mensaje combativo de La imagen ausente. Detrás de estas viñetas se esconde la superficialidad y el absurdo, otras formas del vacío y el caos.

No podemos sino repetirnos; supuesta es la diversidad. Desde la más recóndita explicación, la divina, así nos supimos. Literatura en el fondo, nuestra faz le dimos al cosmos, no al revés. De tal manera toda expresión se pinta. Si en entropía y abismo encontramos la semilla del ser, la esencia hasta de lo divino, cada hoja escrita, cada recuento cinematográfico deviene también teología.