Crónica de castas. Aprendiendo a ver al Otro como un Yo
Por Nikte Shiordia Coronado
El 3 de abril del presente año se estrenó en el Canal 11 una serie llamada Crónica de castas cuyo lema decía “mezclarnos entre nosotros siempre tuvo consecuencias”. Pareciera que esta frase, aparentemente simple, no nos dice nada, pero sucede lo contrario: nos dice y mucho.
“Mezclarnos entre nosotros siempre tuvo consecuencias”. Nada más cierto; el color de nuestra piel dice mucho de qué estrato venimos o qué orígenes tenemos. Si somos blancos, es muy probable que provengamos de una clase más o menos acomodada; si somos morenos claros, de la clase media; si somos muy morenos, tal vez de la clase más desfavorecida.
Esto nos recuerda a la época de la Colonia, en la cual el color de piel y la procedencia de cada persona estaban definidos por las llamadas castas: Español+Indígena=Mestizo, Español+Negra=Mulato, etc. Todas las castas, independientemente del color de piel y procedencia que representaban, tenían algo en común: los productos, al no ser “españoles puros” eran despreciados por los que sí eran españoles puros, razón por la cual todas las castas sin excepción eran vistas con desprecio.
Posteriormente, llegó la Independencia, promovida principalmente por los criollos bajo el pretexto de recuperar lo perdido (o sea, la patria mexicana, en la cual los españoles no tenían lugar) y de reivindicar al indio. La Independencia triunfó, los españoles dejaron el poder que tenían sobre México y el poder pasó a manos de los criollos. Pero a los mestizos y a los indios no les tocó nada. Y hasta la fecha, no les toca nada, y probablemente nunca les toque.
¿A dónde quiero llegar? A que las castas no han desaparecido, pues hasta la fecha el indio es despreciado, probablemente más de lo que fue despreciado hace algunos siglos. Hasta la fecha el mestizo sigue perteneciendo a la clase media…y el criollo a la clase alta. Hasta la fecha seguimos viviendo la discriminación, y sí, las castas aún existen, y siguen siendo desplazadas por los pudientes.
Esto es lo que Daniel Giménez Cacho, actor reconocido y ahora productor de su Ópera Prima Crónica de castas, quiere hacernos ver. Él nos muestra un México donde la discriminación sigue a todo lo que da y nos da esta visión desde los barrios más bajos de Tepito, donde el contrabandismo, el bandolerismo , la prostitución y la homosexualidad están en su punto de ebullición. A través de este retrato de la gente de Tepito vemos cómo conviven todos los estamentos sociales: los diableros son indios, los vendedores son mestizos, los compradores son criollos, los narcotraficantes y travesties son mestizos.
Vemos también, desde que nos presentan el promocional, esta doble moral criolla, esta hipocresía entre las mismas familias de la clase alta, la discriminación incluso entre los mismos indios que ven al Otro como inferior sin caer en la cuenta de que ellos mismos están dentro de la misma inferioridad.
¿Cuál es el mensaje de esta serie? Que nada ha cambiado en más de dos siglos, que no importa cuánta Independencia o Revolución haya habido, cuántas vidas se hayan arruinado, seguimos en las mismas condiciones, si no es que peor que antes.
Así pues, lo invito, querido lector, a ver esta serie que pasan cada jueves en el Canal Once a las 23:00 horas (y que repiten cada domingo por el mismo canal). Lo invito a que se dé cuenta de su propia realidad y a que empiece a tener conciencia de las cosas, a que empiece a ver al Otro no como otro, sino como un Yo, porque así como usted puede discriminar, también puede ser discriminado.