Festival Hipnosis: el nicho, la comunidad y el rock

Foto cortesía de Toni François. Black Rebel Motorcycle Club.

Por Mauricio Guerrero

La oferta cultural de la ciudad de México ha sido siempre un asunto que vuelve a éste lugar cosmopolita uno de los centros de atención tanto de los mexicanos como de los extranjeros.

Aquí uno puede encontrar exposiciones de todos tipo, museos, teatro, cine y desde luego conciertos, que han sufrido una evolución radical e interesante no sólo en el número sino en la calidad y en la naturaleza de ellos.

Pensemos que hace no más de veinte años se inauguraba el Foro Sol con un concierto de David Bowie y sus cincuenta años, o que un par de años antes, Michael Jackson, Pink Floyd, U2 o The Cure pisaban por primera (y en algunos casos última) vez nuestro país.

Foto cortesía de Toni François. The Black Angels.

Antes de esa gran apertura lo más que se aspiraba eran los conciertos de hoyos funkies o intentos de que Avándaro ocurriera de nuevo. Todo ello dio paso a una fiebre de conciertos como el Vive Latino, por mencionar al más antaño o al actual Corona Capital que ya hasta edición jalisciense va a tener.

Toda esa historia nos permite ahora rebosar en conciertos, tanto de bandas o artistas en solitario, como en festivales, que cada vez ocurren más y con mejores propuestas. Desde auspiciados por grandes marcas hasta los que aún mantienen vivo el espíritu DIY.

Vale la pena entonces hablar de cuando, en un momento de brillantez, alguien decide que es  hora de decirle tiempo a un estilo de música en particular. Claro que los festival con diversidad son exquisitos e importantes, pero los festivales de nicho son también otra cara de la moneda que permite otra serie de respuestas.

Foto cortesía de Toni François. The Coathangers.

Festival Hipnosis nace con la idea de ser el primer festival de garage y psicodelia en el país, pese a que estos géneros han existido y se han renovado desde su origen en los años 60, pero han tenido una trayectoria underground frente a otro tipo de expresiones musicales.

Uno puede pensar que segmentar tanto a los públicos puede ser un arma de doble filo y puede que ese alguien tenga razón. Quizá muchos de los asistentes van porque sus amigos les dijeron que eso era cool o por que los hacía sentir especiales o diferentes, pero la verdad es que todas esas frivolidades de las poses y los estilos no son el centro de atención de este nuevo y emocionante festival.

Llegando al Deportivo Lomas Altas, la fría tarde del pasado 9 de diciembre, ahí donde también ocurre otro festival sui generis, Nrmal, uno puede sentir de inmediato que sus naturalezas no son las mismas, pese a que son parientes en cuanto a la música que proponen.

Foto cortesía de Toni François. Ty Segall.

¿Realmente hacía falta un festival de garage y psicodelia? ¿realmente habría que llamarlo de esa manera y no sólo un festival de música? La verdad es que antes de llegar al escenario uno puede pensar que sí, pero la realidad fue otra. Pocas veces un concierto o un escenario está tan bien curado como lo hizo el Hipnosis.

Todo fue armonioso consigo mismo, al punto en que cada banda hacía una mejor presentación que la anterior, o no, pero así parecía. Todo fue pensado y preparado para agitarnos con The Coathangers, encendernos con Ty Segall, relajarnos con The Black Angels y morir en el tercer acto con Black Rebel Motorcycle Club, por mencionar sólo a algunos headliners.

Quizá no fue la mejor experiencia del mundo, quizá fue el frío el que nos hizo pegarnos codo a codo y generó una sensación de la comunidad o quizá fue la música la que nos unió sin etiquetas, fronteras o poses y es ahí donde Hipnosis cumple su cometido.

Hipnosis es un festival de buena música, que reconoce que allá afuera hay quien disfruta del garage y la psicodelia, dos cosas que por momentos se hermanan como cada banda que se presentó en el evento. No se trata de separara a los públicos, se trata de reconocerlos y de juntarlos unos con los otros y permitir que la música nos electrifique a todos al parejo.