Tempestad es una denuncia cinematográfica de un país destrozado
Por Ulises Miguel
Tatiana Huezo no sólo hace un documental sobre el abismo de inseguridad al que México ha caído desde hace varios años, sino que además nos presenta una colección de síntomas humanos causados por la desgracia, el miedo, la impotencia y la negligencia a la que estamos sujetos día tras día en nuestro país.
Su punto de vista cinematográfico para crear una denuncia pública parte de dos historias sumergidas en un momento crítico de inseguridad que ha situado a México en los primeros lugares de violencia a nivel mundial. Desde esa posición, la directora nos adentra a un mundo muy alejado de nuestra comodidad citadina y de un mundo virtual al cual recurrimos para hacer caso omiso de una realidad más allá de una pantalla táctil.
De esta forma, somos testigos de una corrupción que traspasa el Poder Judicial instituido en nuestra Constitución para procurar el bienestar social; esta se presenta en formas tan diversas como la colusión con el crimen organizado y la indiferencia ante el horror de las mexicanos que buscan desesperadamente a familiares desaparecidos forzadamente, como lo ejemplifica el testimonio de una madre presentada por Tatiana Huezo en Tempestad.
A este escenario también se añade el miedo de una víctima por la seguridad de un hijo, una madre, un padre o un hermano cuando la vida de ellos depende de su silencio y cooperación involuntaria; tal situación es reflejada en el documental a través de una mujer acusada de trabajar con el crimen organizado para después ser puesta en un penal gobernado por narcotraficantes.
Con ambos casos, la directora construye un relato donde las protagonistas cuentan sus experiencias mientras el espectador es llevado por un viaje en autobús en medio de un clima nublado y lluvioso, contexto que termina por convertirse en una metáfora visual de la situación anímica de sus dos personajes centrales. Con este tratamiento, la directora da voz a dos víctimas de la inseguridad, pero respeta su decisión de aparecer frente a la pantalla o resguardar el anonimato.
Con esta propuesta narrativa también observamos un punto de vista femenino sobre la violencia a través de los dos testimonios y la directora, así como un desarrollo cinematográfico que transforma lo visto por el público en llamados a la acción, a la reflexión y a la empatía por un dolor del cual nadie está exento. Por tanto, Tempestad es una denuncia vivaz de un país destrozado, pero también puede ser un ejemplo de esperanza ante la crueldad humana.
El documental forma parte del ciclo #MásCineMexicano organizado por Cine Tonalá a través del cual se busca dar una mayor difusión del cine nacional independiente.