Jackie: el biopic retorcido de Pablo Larraín

Por Qornelio Reyna 

Pablo Larraín, director de origen chileno, se posicionó en 2016 como uno de los latinos más prolíficos y camaleónicos de las últimas décadas. Sus cintas abordan temas diferentes en estilos variados, siempre relacionados con la política, la historia o la muerte.

Una de sus dos cintas del año pasado es Neruda, donde Gael García la juega de detective encargado de perseguir al poeta chileno Pablo Neruda, cinta que ganó el premio Fénix a mejor película iberoamericana.

La otra, Jackie, retoma los días posteriores al asesinato de JFK a través de los ojos de su viuda, Jackie Kennedy, una de las figuras públicas más importantes de Estados Unidos. Ésta fue nominada al Óscar en varias categorías, pero lamentablemente no se llevó ninguno.

Larraín hace gala de una experimentación disruptiva del género biopic. Nos cuenta los pensamientos y sentimientos más oscuros de Jackie a través de tres líneas narrativas: una entrevista con un reportero sensacionalista, que muestra su lado más endurecido; los preparativos para los servicios fúnebres de su esposo, mostrando su lado frágil; y finalmente un reportaje televisivo en donde cuenta los cambios que le ha realizado a la casa blanca durante su estancia, mostrando su lado más ensoñador.

Los tres momentos se van intercalando, a manera de popurrí, conectando la evolución sentimental del personaje interpretado por Natalie Portman desde sus rincones más íntimos. Nos habla del papel interno y externo de una figura pública y de la reacción natural de un ser humano ante esta posición.

No es una biopic cronológica que habla de los orígenes del personaje hasta el desenlace fúnebre. Quizá lo más parecido en la última tanda de película sea Steve Jobs (Boyle, 2015), donde igual retoma sólo momentos clave del personaje. Pero aquí la ruptura de la estructura clásica extiende la visión en medida que la enriquece.

Podemos ver lo político y lo humano de Jackie y cómo en su papel de primera dama de uno de los países más poderosos del mundo, buscaba cierta trascendencia. Esa búsqueda por perpetrar las entrañas del sueño americano y personificarlo. Sueño que queda frustrado con la muerte, pero que en un revés Jackie sigue viendo como oportunidad de inmortalidad.

¿Y no es acaso lo que hace la historia? ¿Hacer a aquellos que han formado al mundo (para bien o para mal) inmortales? Pues así es como Larraín nos habla de esa búsqueda inherente de alcanzar la inmortal, de prevalecer más allá del cuerpo, con nuestras acciones y nuestros discursos.

El chileno ha alcanzado la madurez autoral con una cinta lúgubre que nunca baja la guardia y es fiel al estilo aleatorio de sus demás cintas. Si en No (2012), jugaba con la idea del tiempo a través del formato VHS, en Neruda coqueteaba con la historia a partir del thiller, en Jackie va a tomar la forma del biopic para devolverla como un retrato retorcido y conmovedor donde bien valdría la pena preguntarse, como diría nuestro señor presidente: ¿qué hubieran hecho ustedes?