El arte es un arma cargada de futuro

Por Alberto Molina

Noviembre es una cinta de 2003 protagonizada por Óscar Jaenada, Ingrid Rubio, Juan Díaz y Javier Ríos y dirigida por el español Achero Mañas. Alfredo (O. Jaenada) se muda a Madrid para estudiar teatro, motivado por Alejandro, su hermano enfermo. Alfredo opta por dejar la escuela y forma un grupo de teatro independiente al que llama “Noviembre“, con el fin idealista de “cambiar este puto mundo”. Al no cobrar un centavo por sus actos y carecer de permisos, cada uno de sus happenings son sancionados por la ley, sin embargo continúan y logran dar empuje a la escena teatral callejera, innovando a través de la incorporación de métodos totalmente nuevos. En un último acto, el grupo tiene un final trágico y abrupto, todo narrado por sus protagonistas por medio de sus testimonios.

Noviembre es un híbrido, un artefacto posmoderno navegante del mar de porquería y a su vez crítico de las aguas negras. La búsqueda de la pureza se da a través de una mezcla de géneros que difícilmente conserva un puñado de la misma. Si quitamos tal contradicción, podríamos encontrar un producto (paradoja) extremista pero decente y un mensaje crudo, contundente y algo utópico.

El producto es lo que se hace para ser comprado; lo demás es obra, creación, arte o, en sentido contrario, es un mero objeto carente de sentido. En estas palabras, la cinta es el producto que intenta criticar al arte (al teatro, en específico) en su calidad de producto y busca la conciencia del espectador para regresarlo a donde pertenece: al arte mismo, a la creación por el bien social, por el impacto al alma y al intelecto. Retornar al arte a su estado más puro, al objetivo inicial del recorrido, manoseado por la podredumbre del sistema, el dinero y el clasismo.

En definitiva no se trata de la película más innovadora de la historia, sin embargo emplea métodos relativamente novedosos que contribuyen con su narrativa. Un filme que hable sobre teatro y que, hasta cierto punto, parezca teatro filmado, es una aportación de carácter documental; es un cúmulo de improvisaciones callejeras con la participación espontánea de la gente (que en veces ni siquiera sabe que está siendo filmada). A esto hay que añadir otro tipo de aporte de la misma especie: el falso documental, que implica los testimonios de los integrantes del grupo teatral después de varios años, ya envejecidos y más ortodoxos.

El énfasis en las marionetas se explica con un giro macabro al final de la película; es tal vez el recurso simbólico más insistente de toda la cinta y el que lleva a los ratos más íntimos y emocionales. La pretensión de acomodar a Noviembre como una agrupación escénica histórica agrega valor al argumento, ya que la producción no se limita a la evolución y el giro de los personajes, sino los contextualiza y los engrandece a través de la evolución del propio teatro, al que ellos añaden más que actos austeros, volviéndolos transgresores. Los personajes y su razón de ser van de la mano, crecen, llegan a su clímax y descienden de forma paralela.

Algunas flaquezas restan consistencia y legitimidad al filme; más aún cuando su propósito es rendir tributo a la consistencia misma y la fidelidad a los ideales de la juventud. Aunque para muchos de nosotros, cambiar de opinión sea un acto de sabiduría, crecimiento y madurez, para algunos personajes de carácter extremista (y la aparente moraleja final) es traición a uno mismo y al compromiso con los otros. La cinta, de principio a fin, es una crítica al sistema político y económico, a la sociedad, a la prostitución del arte y, más discretamente, una crítica a nosotros como individuos, a la discrepancia interna, a la frustración que implica progresar cuando hay riesgo de retroceder en un ámbito para crecer en el otro. “Antes soñabamos con cambiar el mundo, ahora sueño con que el mundo no me cambie a mí”.

Achero Mañas es un actor y director reconocido en España, su país natal, mas no en América Latina. A muchos españoles causó cierta confusión al ver en Noviembre un total tributo a lo independiente viendo actores profesionales y reconocidos, lo cual le quitó congruencia. Aunque la cinta presenta estos deslices que se contraponen a su pretendida esencia, el hecho de que el elenco no haya sido muy visto aún en el continente americano, le da un respaldo en torno al realismo que el filme intenta proyectar.