El Narcoporno es cultura (parte 3 de 3)

Por José M. Vacah

@JosMVacah

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—Le metí el dedo ahí donde le había entrado la bala. Digo, ahí estaba el cadáver, anónimo, abandonado, los forenses ya habían levantado el acta y fue que se me ocurrió un poema. Pero no supe cómo escribirlo, sólo se me ocurrió al verle el agujero. Era un poema hermoso, te lo aseguro. Me olí el dedo, embarrado de masa encefálica ¿a qué no sabes a qué huele?  Ni te lo imaginas pinche Tambor, ni-te- lo- i-m-a-gi-nas…

                Nomás escuchaba al tipo al volante, hable y hable como una hiena, con finta de guarro, guarura de medio pelo, medio panzón y chaparro, con los ojos tan rojos como un jitomate apenas madurándose. ¿Estará pedo? Luego supe que no lo estaba, que estaba coco, cada 20 minutos se repasaba la nariz con un polvillo que sacaba mediante hábil inserción del dedo índice en una caja de metal chiquita, que guardaba en el saco. Por eso le decían Coca, Coca Durán. Y su fiel acompañante, el gordo panzón, Tambor Ojeda. Una pareja que realizaba trabajos de “seguridad”, quienes me fueron recomendados por mi amigo Julio Astillero, periodista de La Jornada. “Estos son tus protectores, así como los ves son de fiar”, me aseguró por teléfono.

—Mira capullo—Me dijo, mientras su mirada me escrutaba a través del retrovisor— Este pinche gordo que traigo aquí al lado es el mejor tirador que jamás he visto, así gordo y todo, acá a mi parejita le dicen Tambor de acero, donde pone la bala pone el trasero; porque en una ocasión…

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                Estaba a punto de contar una buena anécdota cuando sentimos el impacto de otro coche, nos había chocado a propósito. Al recobrar la noción real de los acontecimientos, tras el impacto, un hombre vestido de federal,  me bajó del auto entre zarandeos y zapes, con el cañón de una pistola metido en el cuello. Ya te llevó la chingada, pinche periodista culero, gritó mientras me obligaba a subirme a otro auto diferente al que nos había impactado, pude leer  en el vehículo la siguiente inscripción: POLICÍA FEDERAL.

De la Redacción.

29 de mayo.

Autoridades mexiquenses confirmaron que el cuerpo sin vida hallado junto al cadáver del periodista J. M. Vacah pertenece al líder sindical Jorge Enrique Marro, quien se desempeñaba como tianguista y estrella porno. Era dirigente de la Confederación de tianguistas del Estado de México/

Pum Pum Pum Pum, lo único que alcanzaba a oír era el cueterío. Lo único que sentía eran los puñetazos que me propinaba el hombre vestido de policía en la nuca, para que me agachara y me quedara así, con la cabeza metida entre las piernas. El frío de la pistola me quemaba la sien, si me movía me mataban. Creo que de todos modos me iban a matar.

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/Este descubrimiento podría cambiar el rumbo de la investigación, porque en principio se creyó que el cadáver acompañante era de un narcotraficante que pertenecía al cartel de Sinaloa bajo el mando de Joaquín “El chapo” Guzmán. Se atribuyó el asesinato del periodista Vacah a la organización delictiva, con quienes el periodista tenía supuestos nexos. Pero ahora podría tratarse de un atentado contra la libertad de expresión,  porque Vacah estaba trabajando en una investigación sobre un video porno en el que presuntamente aparecía El Chapo, quien fuera capturado hace algunos meses/   

 

Es la aguja de la muerte buscando hilo.

/Según informó César Ruiz Galicia, corresponsal de Sin embargo.com,  las autoridades detallaron que el pornostar tenía diferencias personales y familiares con Britany Hernández, la presunta autora intelectual del secuestro y posterior homicidio de Jorge Enrique Marro/

Todo eso del Narcoporno es una mamada, ahora sí te la jalaste, me dijo mientras metía la pistola a la funda. Te voy a llevar con un güey que te va a explicar todo con detalle, para que no andes inventando pendejadas…

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                Me condujeron a un hotel de mala muerte, ni siquiera pude ver el nombre. Me llevaban a punta de madrazos, amarrado de manos y con la cabeza agachada, me tenían prendido del cabello. Me dolía el estómago y sentía intensos deseos de defecar.  Tengo ganas de cagar les dije, y por toda respuesta obtuve una patada en el estómago que me tumbó en el suelo y por poco casi me saca todo.

                Me arrastraron hasta una habitación.

Britany Hernández, dueña de un hotel, habría pagado 20 mil pesos, por asesinar al tianguista y estrella porno. La administradora del cinco letras admitió ser la autora intelectual del crimen, y aseguró que la muerte del periodista no tenía nada que ver con ella. La única ocasión que vio a J. M. Vacah fue cuando éste ingresó a su hotel acompañado de Enrique Marro, su amante/



Adentro de la habitación estaba un hombre amarrado a una silla y con una funda de almohada cubriéndole el rostro, tenía signos visibles de tortura física. Aquí está lo que andas buscando pinche periodista culero, dijo uno de los hombres que me secuestró mientras descubría el rostro de aquel: ¡era el Chapo Guzmán!

O sea que los asesinaron por jotos o que sé yo. No importa. Los asesinaron. Ya no importan.

 

No seas imbécil, este no es el Chapo Guzmán. Este es el Narcoporno que andas buscando, hijo de tu chingada madre. Me soltó un puñetazo en la nariz. Y aquí con él te vas a quedar. ¿A poco no se parece un chingo al Chapo?, preguntó mientras encendía un cigarrillo de clavo. Le pagamos una lana para que se dejara grabar cojiendo. ¿Para qué?

Yo dije, ¿por qué?

Me miró a los ojos. En ellos vi un rencor profundo. No obtuve respuesta alguna, sólo se me quedó viendo. Y en sus ojos vi el reflejo de una pistola que me apuntaba a la nuca.

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