Columna Sangrienta: Amputación Infernal (parte 2 de 2)
Por José M. Vacah
@JosMVacah
Canta, oh diosa, la cólera del pendenciero L.A. Park; cólera funesta que causó infinitos males a las columnas vertebrales de los aqueos y precipitó al Hades muchas máscaras de valerosos guerreros, a quienes hizo presa de perros y papilla de ancianas rabiosas –cumplíase la voluntad del Dios de la Lucha libre– desde que conoció a su eterno rival, el perseguido Dr. Wagner jr., el Atrida del bien, “galeno del mal”, por el iracundo L.A Park, de cuya boca flamígera se escapó el reto más grande de todos los tiempos: máscara vs. máscara.
¿Cuál dios violento promovió entre ellos la contienda para que pelearan? Ha sido tan grande el reto que ninguna arena resulta capaz de albergar la mítica batalla, ningún tiempo es preciso. Los oráculos predijeron que la lucha sería en el Zócalo de la desgraciada Ciudad de México, y los hombres perecerían de tristeza al ver la máscara de su ídolo caer, unos por apoyar al rudo y otros por apoyar al técnico, según sea el derrotado, el héroe vencido, caudillo de los pueblos.
—¡Levántate y lucha Dr. Wagner jr.!— rugió una divina voz que salía de la sala de operaciones para desaparecer entre los pasillos del hospital.
—Ha llegado la hora, esta vez no podrás esconderte de mí, no huirás como siempre lo has hecho, has escapado de innumerables empresas peligrosas, pero está escrito en el calendario maya que tu máscara caerá hoy a mis pies, como un pedazo de calzón herido— dijo L.A Park con un portentoso bramido que rompió los cristales de todo el hospital.
Mediante un movimiento hercúleo, el Esqueleto enmascarado cargó a una enfermera asustada que se escondía detrás de un armario, y arrojó el cuerpo de la mancillada nurse hacia el sorprendido Wagner. Tras recibir el golpe, éste recogió su mano mocha que salió disparada de su muñón sangrante por el impacto, e intentó colocársela de nueva cuenta, pero sus tendones estaban trozados y ya no había remedio, tendría que luchar con una sola mano. La enfermera murió al estrellarse con el sólido pecho del galeno encapuchado. Otra víctima más del Hombre de la Silla, como se le conoce en todo el mundo a L.A. Park.
—¡Salga todo el mundo con las manos en alto, tenemos rodeado el hospital!— la orden vociferada desde un altavoz tronó detrás del sonido de un helicóptero acercándose.
La huesuda se arrojó a su rival enmascarado con unas patadas de canguro. Golpeado así, el Dr. Wagner voló por los aires hasta chocar con el muro. L.A Park corrió hacia él, pero en la carrera, pisó la mano mochada y resbaló. El accidente fue aprovechado instintivamente por Wagner quien se arrojó a su verdugo y lo prendió de la tatema con unas tijeras voladas, que hicieron girar el cuerpo del huesudo hasta azotar el suelo, luego lo sorprendió con un candado a la cabeza. Apergollado así, el técnico le mordió la frente mientras le jalaba la máscara. Con el muñón sangrante, le propinó sendos mandarriazos en la choya hasta hacerlo sangrar, en ese momento se desconocía si la sangre escapaba de la cabeza del huesudo enmascarado o si el líquido vital era del muñón ultrasangrante. De pronto, el candado a la cabeza se convirtió en una De a caballo, llave creación de Gori Guerrero y que inmortalizara el Santo. Montado el Dr. Wagner sobre la espalda de su odiado, mantenía la presión del castigo sobre la espalda del rival. Dicha llave, aplicada correctamente, puede provocar la rendición, no obstante, L.A. Park era un hueso duro de roer.
—Nunca me vencerás, aunque me rinda o me mates, estaré aquí siempre, ¡porque yo soy la maldad que habita en tu corazón Wagner!
—En sus últimos momentos las personas muestran su verdadera cara— al decir esto, le arrancó la máscara, y el rosto de L.A. Park quedó al descubierto entre una llamarada de fuego que salía de sus ojos.
Entre aullidos, La auténtica parka, logró safarse del castigo y de un tirón logró colocarse su capucha rasgada. Con un fuerte machetazo al pecho, descontroló a Wagner que tirante en el suelo, se sobaba los pectorales magullados. De pronto se abrió la puerta de la sala de operaciones y la silueta de un hombre apuntó a los enmascarados combatientes con una pistola.
—Me gustan los héroes de hoy, con sus debilidades, su falta de rectitud moral y su toque de cinismo. En los tiempos del código Hays no podías disparar hasta que no te disparaba otro. Pero si alguien intenta matar a mi ídolo, le pego un tiro por la espalda— Dijo lo anterior con una voz susurrante, como si rezara, pero su oración era tan terrible que no era necesario gritar para controlar la situación, una pistola es un juguete rabioso, una sola de sus palabras hubiera bastado para calmar la tormenta.
—¿Quién diablos eres tú?– escupió L.A. Park
—Yo soy el comandante Durán, Coca Durán. He bebido más cerveza, he meado más sangre, he echado más pedos y he jodido más huevos que ustedes juntos, capullos.
Hubo un silencio mortal en la sala, sólo se escuchó el gatillo de su magnum jalarse hacia atrás.
—Están arrestados capullos, por perturbar el silencio de un hospital. Hay madres que en estos momentos están deseando una muerte silenciosa…Bye bye, capullos y
bang
bang.
[¡Feliz año nuevo a todos!]